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lunes, 9 de enero de 2017

Pensé que le hablaba al viento




Ser pastor adventista ha sido una linda experiencia, suceden cosas que enriquecen tu vida y te enamoran más de este hermoso ministerio a la cual Dios te ha llamado.
Una de esas cosas hermosas que sucedió en mi vida, fue cuando estaba comenzando mi ministerio. Con solo un año y medio de servicio, me trasladaron para ser el capellán del Instituto Metropolitano Adventista, en la ciudad de Barquisimeto. Me aterraba tan terrible responsabilidad, pero en mi mente daba vuelta las palabras que un día escuché decir a alguien "Dios no llama al capacitado, Dios capacita al llamado".
Para el 2007, el colegio tenía unos 800 alumnos. Fue un años lleno de experiencias, momentos muy agradables que compartí con esos jóvenes. Uno de esos momentos imborrables fue cuando me nombraron "PADRINO DE LA PROMO XXIX" son momentos que aún guardo en las maletas del corazón.
Las paredes que aquella pequeña oficina que decía: Capellán, fueron testigos de las historias más sorprendentes que tal vez sólo un director de películas podría imaginar, pero que al ver los ojos de esos jóvenes llorar, escuchar sus voces quebrantadas, repetir incansablemente; pastor, ¿qué hago? pastor, ¿podrías ayudarme?, eso y muchas cosas más, me decían que era la realidad que ellos vivían.
Historias de desanimo espiritual, drogas, sexo, alcohol, divorcios de padres, celos, deseos de quitarse la vida, entre muchas otras cosas. Lo más hermoso era que en medio de las lágrimas y el dolor e incluso de la impotencia, sus rostros cambiaban cuando les hablaba de Jesús. Sentían alivio, salían confortados de aquella pequeña oficina.

Pero no siempre se sentía así, algunos momentos sólo provocaba salir corriendo. Estar con 42 alumnos en un salón, impartirles una clase de valores y contarles historias bíblicas, decirles como debían comportarse y sentir que le hablabas a las paredes ¡guaooo! era agotador. Se sentía como si le hablara al viento, mis palabras se perdían en medio de las conversaciones de ellos. Muchas veces salía del salón pensando que había perdido 45 y en muchos casos hasta 90 minutos de mi vida. Algunos jóvenes me hacían dudar de mi ministerio al no poder controlarlos y  ayudarlos a mejorar. Pensaba que me había equivocado de vocación.

Hoy sólo puedo afirmar, que ser capellán de esos 800 jóvenes fue a la mejor escuela que pude ir en todo este corto ministerio que tengo. Sin duda, cada uno de ellos fue el mejor maestro que tuve.

Hace algunos días atrás, me encontraba en un servicio fúnebre. Mientras les hablaba a los familiares y amigos del difunto de la esperanza de la resurrección, noté que un joven me miraba y mostraba interés en lo que yo decía. Al terminar mis palabras, salí y mientras saludaba a algunos hermanos, este joven se acerca y me dice ¡Hola pastor! ¿no se acuerda de mi? mi mente rápidamente empezó a buscar tal cual computadora cuando busca un archivo. Soy Tupac me dijo, y allí me mente me dijo: archivo encontrado. Era un joven que fue mi alumno en 7mo grado hace 8 años atrás. Mientras hablábamos de aquellos días,  no pudimos evitar hablar de uno de los momentos más dolorosos que vivimos juntos.
Hablamos de Cristian Ladino, mejor conocido como Anchi. Él, era un inquieto joven enamorado del futbol. Aún lo recuerdo con su camisa por fuera, su morral en la espalda, su pelo liso sudado y el balón en las manos. Cuando no estaba en el salón sabía donde encontrarlo, en la cancha detrás de la pelota. Fuimos buenos amigos, compartí con él algunas cosas que estaba viviendo. Él era uno de esos muchachos que me hacía sentír que le hablaba al viento, nunca me escuchaba, por lo menos eso creía yo.

Lo siguiente que Tupac me contó, me motivó a escribir estas palabras. Me dijo: pastor, siempre lo recuerdo, en una de sus clases, nos mostró unos videos, la clase era de profecías. Sus palabras en aquel momento fueron de ánimo, de la salvación que ofrece Jesús.
Al terminar, Anchi me dijo: Tupac, voy a hacer lo que dice el pastor, quiero cambiar, no sé que harás tú, pero yo quiero salvarme. Y tres semanas después, Anchi descansó en el señor. Él está esperando que se cumpla 1 Corintios 15:52 "en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta los que descansan serán resucitados incorruptibles". Y yo que pensaba que le hablaba al viento.
Uno de las últimas palabras que le dije a Tupac aquel miércoles de noche fue:¡Pronto veremos a Anchi!

Después de la sorpresa de esa noche, no he dejado de repetir: "así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mi vacía sin que haya realizado lo que deseo y logrado el propósito para cual la envié" Isaías 55:11

Dios desea querido joven, que seas un mensajero de salvación. No pienses por ningún momento que tus palabras serán inútiles "o que le hablas al viento". Dios te quiere utilizar, sólo déjate guiar por Él y recuerda la hermosa promesa de Dios en Eclesiastés 11:1 "echa tu pan sobre las aguas; porque   después de muchos días lo hallarás"

¡Dios te bendiga!

Pr. Manuel Mogollón Vivas
Venezuela








1 comentarios:

  1. Gracias por compartir su experiencia,y dar motivación.
    Que Dios siempre lo ilumine y le siGa dando sabiduría para seguir con su ministerio,muy bellas palabras para reflexionar y ponerlas en práctica. Bendiciones pastor mogollón

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